estoy aprendiendo a posponerme, a verme al espejo y decir: "ay ¿sabes qué...? y luego no decir nada.
se siente bien, relaja.
y es que la naturaleza obsesiva no paga, le hace mal al cutis, al ritmo cardiaco, y jode el manicure.
entonces yo me digo a mi misma: "ay ¿sabes qué...?" y se me aliviana el cuerpo, como en la arena.
y me la paso mejor.
martes, 16 de marzo de 2010
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