lunes, 20 de diciembre de 2010

Sí, estoy segura que el broncolín no pone.

Hace años que no estaba en cama, digo así tosiendo, tirada un lunes a la una de la tarde con el broncolín de un lado, el febrax, el jugo de toronja y sin hacer nada ("de provecho" diría mi superyo).

Me gusta que la enfermedad (cof, cof) que me inhabilita laboralmente, que me saca de las calles frías llenas de pulmonía, me libera siempre de maneras insospechadas.

¿Qué hacer con esa masa hermosa e intangible llamada "tiempo libre"?

Cualquier día de sofoco laboral hubiera contestado mencionando alguna novela pendiente, todavía con el plástico de la librería, o alguna peli de Bela Tarr, siempre trabajosa de conseguir (y de ver, por qué no decirlo) o la serie de artículos bookmarkeados en la categoría de "luego los leo".

Pues no:

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